dimecres, 22 de juliol del 2009

Missatge del Capítol a la família escolàpia, religiosos i laics

A toda la familia escolapia:

Escolapios de todas las demarcaciones de nuestra Orden nos hemos reunido en el 46 Capítulo General en Peralta de la Sal durante el mes de julio, para compartir inquietudes e ilusiones, preocupaciones y esperanzas respecto a nuestra vida y misión. En nuestras oraciones y el trabajo diario os hemos tenido muy presentes.

Celebrar el Capítulo General en Peralta de la Sal, cuna de San José de Calasanz, es una llamada a volver a la casa materna. En esta tierra despertó a la vida nuestro fundador, recibió la fe y descubrió su vocación. Volvemos a la fuente, a nuestras raíces, a lo esencial de la vida. Para nosotros, vivir el Capítulo General en esta casa supone un deseo de querer “nacer de nuevo, de lo alto”.

En cada Capítulo General, la Orden renace y toma un impulso renovado. La Escuela Pía es ese “grano fecundo” del evangelio sembrado para dar fruto. Damos gracias a Dios porque después de tantos años de existencia, constatamos que nuestra misión sigue vigente en este nuevo milenio.

Esta “nueva vida” se hace visible en las nuevas presencias educativas entre los más pobres, en el compromiso del laicado y el creciente sentido misionero de la Orden. Es la vitalidad de una familia consciente de que tiene un gran tesoro, el carisma que Dios entregó a San José de Calasanz, nuestra mayor riqueza, sin duda, nuestro gran activo.

También somos conscientes del “barro” dónde está contenido el “tesoro”. Reconocemos en nuestras comunidades e instituciones una fragilidad que, a veces, podría desanimarnos. Sin embargo, damos gracias a Dios por habernos llamado a ser “cooperadores de la verdad”, para que se manifieste su poder en medio de nuestra debilidad.

La Escuela Pía es Obra de Dios y del afortunado atrevimiento y tesonera paciencia de San José de Calasanz (Const nº 1). Puesta la mirada en Jesús y Calasanz, os invitamos a seguir trabajando con diligencia para gloria de Dios y utilidad del prójimo.

Pedimos al Señor, que la comunión vivida en este Capítulo se extienda como un río de vida a todos los que comparten el carisma calasancio.

Ponemos a toda la gran familia que comparte el sueño de Calasanz, al amparo y protección de la Virgen de las Escuelas Pías.